23.8.11

Com Utoya no horizonte

@Paulete Matos

Quando se completou agora o mês que se seguiu aos terríveis acontecimentos na Noruega, mostraram-nos cerimónias, flores, declarações de quem regressou por umas horas à ilha do massacre. Passou para segundo plano, desapareceu nos bastidores (nos nossos meios de comunicação social, nem isso…) toda a problemática que está em causa, sem a reflexão profunda que se impõe. Com algumas excepções, como é o caso de um excelente texto de Mariano Aguirre, que dirige o Norwegian Peacebuilding Resource Centre, en Oslo, publicado ontem em El País: «Los discursos del ódio».

A ler na íntegra, aqui apenas alguns excertos.

«Cómo construir un consenso nacional y europeo sobre el cambio social que supone la presencia de inmigrantes y refugiados? ¿Se avecinan tiempos de confrontación interna? (…)

Las distorsiones y mentiras sobre las supuestas ventajas que los inmigrantes obtienen frente a las poblaciones locales (…), la exagerada vinculación de la inmigración con criminalidad y desempleo, y la agitación sobre la transformación, y hasta extinción, de una identidad local siempre idealizada debido a la presencia de extranjeros con religiones, costumbres y colores de piel diferentes, son irresponsables y pueden promover actos criminales. (…)

La ultraderecha europea tiene en la diana a las sociedades multiculturales. Su mensaje violento es que la identidad cultural y religiosa de Europa corre el riesgo de verse destruida por la diversidad y la pluralidad; que los europeos serán minoría en una futura Eurabia; que los Gobiernos son cómplices o no responden con suficiente fuerza y que, por lo tanto, hay que actuar con determinación. Como respuesta, diversos gobernantes se movilizan: la canciller Angela Merkel y el primer ministro David Cameron anuncian la muerte del multiculturalismo, tratando de complacer a posibles votantes que sufren el miedo a las transformaciones.

Algunos políticos saben que es más sencillo acusar al inmigrante musulmán o al refugiado negro de los cambios sociales y la crisis que explicar el impacto de la economía neoliberal, la especulación financiera, y la globalización de la producción y el consumo sobre las sociedades. Al acusar "al otro", al "diferente", movilizan un nacionalismo primario, y evitan el debate público sobre la convivencia entre la sociedad local y las diferentes comunidades de inmigrantes. El diálogo es sustituido, en el mejor de los casos, por "tolerar" a los otros, y en el peor, por tratar de que dejen de venir, limitar sus derechos, o expulsarlos.»
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