6.2.11

O olho


«Hubo un tiempo en que los hombres y mujeres estaban convencidos de que todos y cada uno de sus actos tenían al menos un espectador divino, quien sabía todo acerca de sus acciones (y pensamientos), que podía entenderlos y, de ser necesario, castigarlos. Uno podía ser un proscrito, un bueno para nada, un don nadie ignorado por sus prójimos, una persona que sería olvidada en el momento en que muriera, pero estaba convencido de que, al menos, alguien le prestaba atención. (…)

Hoy en día, si este testigo que todo lo ve ha desaparecido, ¿qué es lo queda? El ojo de la sociedad, de nuestros pares, aquellos ante quienes debemos mostrarnos para evitar descender al negro hoyo del anonimato, al remolino del olvido - incluso si significa hacer el papel de idiota del pueblo, de quedarse en paños menores y bailar sobre una mesa en la taberna local. Aparecer en la pantalla se ha convertido en el sucedáneo para la trascendencia y, tomando todo en cuenta, resulta un hecho gratificante. Nos vemos a nosotros mismos - y somos vistos por outro - en este más allá televisado, donde podemos disfrutar simultáneamente de todas las ventajas de la inmortalidad (aunque de tipo rápido y pasajero) y tenemos la oportunidad de ser celebrados en la Tierra por nuestro acceso al Empíreo.

El problema es que, en estos casos, la gente confunde el significado doble de la palabra reconocimiento. Todos nosotros aspiramos a ser reconocidos por nuestros méritos, nuestros sacrificios o cualquiera otra cualidad que podamos tener. Pero, después de haber aparecido en la pantalla, cuando alguien nos ve en la taberna y dice "Te vi en la televisión anoche", sólo te reconoce en el sentido de que reconoce tu cara - que es algo muy diferente.»

Umberto Eco
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1 comments:

Marta Bellini disse...

Muito, muito bom esse texto. No Brasil, os professores universitários são obrigados a produzir como em fábrica; aparecem em curriculos, jornais univ., TV, rádios levando seus textos, livros que ninguém lê. Quando chegam à beira do colapso, estresse, ainda sentem falta de sua efemera fama.