Correu mundo e tem todos os ingredientes para ser notícia de sucesso: não é todos os dias que uma transexual se casa com um gay, ex-seminarista e seropositivo, com Yoani Sánchez por madrinha, exibindo-se nas ruas de Havana num magnífico carro dos anos 50, no dia em que Fidel fez 85 anos.
Mas talvez valha a pena parar um pouco e ler o que Yoani Sánchez escreveu e divulgou
no seu blogue. Nada foi trivial, com talvez o seja para os nossos olhos, apenas curiosos e mais ou menos
blasés.
«¿Cómo fue que los cubanos nos volvimos pacatos y anticuados? ¿Por qué motivos –o intenciones– nos quedamos fuera del siglo veintiuno?
Al “daño antropológico” de ser una sociedad apenas conectada a las nuevas redes de comunicación, de poseer una pobre cultura política y una inexperiencia casi infantil en cuestiones de expresión ciudadana, hay que agregarle la poca evolución en aceptar las diferencias que hemos tenido en los últimos cincuenta años. Pero siempre existen individuos que obligan a que una nación apriete el paso, se suba las enaguas y corra para treparse al tren de la historia. (…)
Por una tarde, por una breve tarde, [Wendy e Ignacio] han colocado a nuestro país en el tercer milenio, en el anhelado tiempo del “ahora”».
Sobretudo, leia-se esta belíssima «participação / convite» para o casamento:
La boda de Wendy e Ignacio será el próximo sábado 13 de agosto de 2011 a las 15:00 horas en el Palacio de matrimonio del barrio de la Víbora, en las Calles Maia Rodríguez y Patrocinio, teléfono +5376407004
Están invitados todos aquellos que quieran ir: amigos, conocidos, curiosos del barrio, estigmatizados y discriminados de todo tipo, paparazzis oficiales, fotógrafos por cuentapropia, bloggers, periodistas independientes, trabajadores del CENESEX –Mariela Castro incluida– prensa extranjera y nacional, homosexuales, gays, lesbianas, transexuales y heterosexuales. Tendrá las puertas abiertas también aquella gente que cree que ya es tiempo de que Cuba se abra a la modernidad y que la modernidad se abra a Cuba, incluso –¿por qué no?– quienes votarían, en un parlamento de verdad, en contra de este tipo de uniones. En fin, que sería una buena ocasión para que los tolerantes y los intolerantes, los policías políticos y sus perseguidos de cada día, los silenciosos y los que aplauden, los que se apegan a la letra del Evangelio o los que no tienen un credo, presencien este momento al que llegan Wendy e Ignacio después de superar innumerables obstáculos, entre ellos el de haber nacido en un país aferrado al pasado.
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