Vicenç Navarro no Público.es.
Excertos que não dispensam a leitura do texto na íntegra:
«Hoy existe una movilización en Europa para ir a la guerra como consecuencia del ataque terrorista del ISIS en París, que mató a 130 personas. El enfado creado por este acto de terrorismo, que es el último de una larga lista de hechos semejantes acaecidos en Europa y en otros países, explica que exista una demanda por parte del gobierno francés, liderado por el Presidente socialista François Hollande, para que se establezca una alianza de gobiernos, liderada por el de Francia, que, en un acto de guerra, bombardee el territorio controlado por el ISIS, con el objetivo de eliminarlo. (...)
A la luz de la experiencia de intervenciones previas, no hay duda de que tal guerra creará una enorme lista de muertos, la mayoría civiles, es decir, personas que no están combatiendo. Y lo que es igualmente preocupante es que aumentará, y no disminuirá, el número de terroristas que expandirán su terrorismo a lo largo de territorios europeos y de Oriente Medio. (...)
¿Qué consiguieron las guerras anteriores?
La pregunta que debe hacerse es “¿qué se ha conseguido con ello?”. Hoy el radicalismo fundamentalista islámico es más fuerte que nunca. Y está expandido por todo el mundo. En realidad, incluso cuando se enviaron tropas, como ocurrió en los casos de Irak y Afganistán, tales tropas no consiguieron erradicar el radicalismo fundamentalista islámico. (...)
¿Qué debería hacerse?
Para encontrar soluciones hay que entender de dónde viene el problema de Al Qaeda, ISIS y otros movimientos fundamentalistas islámicos parecidos, tema clave que se intenta ocultar. Y hasta que ello ocurra, no podrá solucionarse el problema. Y las raíces de este problema están en la enorme pobreza y miseria que ha existido en estos países, resultado de estar gobernados por regímenes feudales –como lo es hoy, por ejemplo, Arabia Saudí- que contaron con el apoyo de los gobiernos de países occidentales, que se beneficiaban del fácil acceso a los recursos de estos países.
Tal miseria y opresión generaron el surgimiento de movimientos progresistas que rompieron con tales regímenes, amenazando no solo las estructuras de poder de aquellos países, sino también los intereses de los países occidentales, los cuales, a fin de impedir la victoria de estas fuerzas progresistas, o con el objetivo de derrotarlas en caso de que gobernaran, establecieron y/o apoyaron a fuerzas radicales fundamentalistas islámicas, que eran profundamente antiprogresistas. (...)
Las alternativas a la guerra
Ahí está la raíz del problema. Si en realidad estos gobiernos quisieran parar estas guerras deberían cambiar sus políticas casi 180º. Tendrían que ayudar a que se hagan las reformas que beneficien a la mayoría de estas poblaciones, y no solo a una minoría. Y en cada uno de estos países, existen tales fuerzas políticas (enormemente reprimidas por el ISIS). El Partido de los Trabajadores de Kurdistán es un ejemplo de ello. Sus tropas están luchando exitosamente. Es a estas fuerzas a las que se tendría que apoyar, pues son las que viven en aquellos territorios y representan los intereses de las clases populares de estos países.
Hoy el gran interrogante es qué fuerzas políticas canalizarán el enorme enfado de las clases populares de los países árabes y/o de cultura musulmana. Las alternativas son claras. O son las fuerzas progresistas (lo que, con razón, afectará a los intereses de grupos económicos enormemente influyentes sobre los Estados del mundo occidental), o serán los fundamentalistas religiosos islámicos que, sin resolver la enorme miseria en estos países, se perpetúan en el poder a base de la ideología religiosa que relativiza el dolor y la muerte como un paso para llegar a la eternidad.»
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