«Nenhuma cultura europeia amou tanto a herança da Grécia clássica como a cultura germânica no período do seu apogeu, que vai de Hölderlin e Hegel até Nietzsche. (…)
No deserto de cultura humanista que hoje habita as chancelarias europeias, estas palavras soam aos ouvidos como se fossem proferidas em mandarim. Daria tudo para estar enganado, mas, quando em 2012, as ruas das cidades europeias, de Lisboa a Paris, passando por Berlim e Roma, forem ocupadas por multidões que vão exigir aos seus governos a devolução de um futuro que lhes foi roubado, então até as bisonhas criaturas que nos governam vão perceber que a Grécia, afinal, não habita a periferia, mas sim o coração da Europa.»
Viriato Soromenho-Marques, Fogo grego
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«La participación de las mujeres en revueltas populares que este año han sacudido el mundo árabe ha sorprendido tanto o más que los propios levantamientos. Aunque las miles de activistas cubiertas de negro que se manifiestan en Bahréin o Yemen no resulten un modelo de liberación a ojos occidentales, su presencia en el espacio público constituye un avance entre las capas más conservadoras de la isla-Estado y mucho más en la patriarcal sociedad yemení. Pero tras el prometedor inicio de su salida a la calle, empiezan a surgir signos preocupantes sobre el impacto real de esta primavera en los derechos de la mujer. (…)
Tras su detención el pasado enero, la flamante Nobel de la Paz Tawakul Kerman solo recuperó la libertad después de que su marido firmara un documento comprometiéndose a no volver a dejarla salir de casa. Es tal vez el mejor ejemplo de los obstáculos que afronta la mujer en la península Árábiga. Consagrada en las leyes, como en Arabia Saudí, o en las tradiciones patriarcales, como en Yemen, la imagen de la mujer como una eterna menor de edad, necesitada de la protección del varón, sigue muy arraigada en toda la región. La primavera árabe no triunfará a menos que logre acabar con esa idea.»
Ángeles Espinosa, La igualdad no está en la agenda política
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«He sido diplomático durante 15 años. He asistido a decenas de reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU, me he sentado con jefes de Estado de todo el mundo, he visto cómo los Gobiernos se dejan corromper por los bancos y las empresas y al final, me convertí en un cínico. Pero durante las últimas dos semanas he recuperado mi pasión por la política, que alimento desde niño. Una de las conversaciones más interesantes que he vivido en los últimos años la tuve sentado en la plaza de la Libertad.»
Barbara Celis,IndigNation contra Wall Street
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