22.12.13

Espanha: aborto e herança do franquismo



O vergonhoso retrocesso que a Espanha está a viver, depois da aprovação de um projecto-lei que limita drasticamente o direito ao aborto, tem provocado ondas de protesto e de indignação dentro e fora do país.

No jornal Público (espanhol), Lidia Falcón, fundadora da Organização Feminista Revolucionária (1977) que esteve na origem do Partido Feminista de Espanha, põe o dedo na origem de tudo o que está a acontecer: a ferida profunda, ainda não sarada, que é herança do franquismo.

«No creí que se atrevieran. Durante dos años, y antes, en la campaña electoral, los dirigentes del PP han estado amenazando a las mujeres, y en general a toda la sociedad, con penalizar, prohibir y dificultar la posibilidad de practicar el aborto. (...)

Transcurridos treinta años de aquellas luchas, parece una pesadilla encontrarnos de nuevo en la calle gritando que nuestro cuerpo es nuestro, que nuestros vientres y su capacidad para procrear no pertenecen ni a la Iglesia católica, ni al legislador, ni al juez ni al médico, ni siquiera al hombre que ha engendrado el embrión, todos los poderes que siempre se han apropiado de la capacidad de reproducción de las mujeres, haciéndose dueños de su útero y de su vida. (...)

Quiero hacer una reflexión de lo que esta ley supone desde una óptica política. Es una demostración más, con la Ley de Memoria Histórica, el archivo de los procesos contra los asesinos franquistas, el abandono de la búsqueda de los restos de las víctimas en todas las cunetas de España, la ocultación de la historia de este siglo último en las escuelas y los medios de comunicación, de que el franquismo ni se ha extinguido ni se ha archivado ni se persigue, sino que sigue gobernando.

La persecución del aborto fue una de las señas de identidad del fascismo que perduró en nuestro país bastante más que los cuarenta años que se señalan de dictadura. (...)

Si alguna revancha tenía que tomar el gobierno de ultra derecha que nos oprime contra los tímidos avances que el feminismo había logrado, si de alguna manera podía vengarse de que las mujeres ya no seamos las esclavas que disponía la legislación de la dictadura, si finalmente tenía que presentarse ante la Iglesia católica, su gran aliada y cómplice, como el garante de los principios tridentinos, tenía que ser volviendo a prohibir el derecho de la mujer a ser dueña de su cuerpo y de su destino. En el ADN de la derecha, de la Iglesia, de todas las fuerzas reaccionarias está dominar a las mujeres, someterlas a su insustituible labor maternal, mantenerlas como las fuerzas reproductoras a las que hay que obligar a parir, tanto si lo desean como si no.»
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