Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a
pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia
continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo:
hasta luego.
Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las
Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los
tiempos de la amnesia obligatoria.
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