«El último acto formal de la desintegración europea fue la reciente negociación entre los 28 líderes europeos y el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoğlu. (…)
Esto es sólo una manera de evitar una posición común sobre los refugiados. De hecho, se trata de mantener a la gente fuera de Europa. Como el presidente de la UE, Donald Tusk, ha advertido explícitamente “manténganse fuera, porque no son bienvenidos”, a lo que se une la absoluta inexistencia de una política europea sobre este tema. Los 28 aprobaban por mayoría un plan de reasentamiento de 60.000 refugiados, una gota en los más de un millón varados en Europa. (…)
La marea de inmigrantes ha puesto en evidencia algo que todo el mundo cómodamente pasó por alto: Europa del Este ingresó en las instituciones europeas para tener beneficios, no obligaciones. Consideran que Europa Occidental les debe dar los medios para eliminar la brecha económica y social, creada por la cortina de hierro, pese a que si el dominio soviético ha desaparecido, se debe a Estados Unidos y no a Europa. ¿Y de repente, la UE les está pidiendo tomar refugiados que escapan de conflictos con los cuales no tienen nada que ver, como Siria y Libia, que son básicamente asuntos de europeos occidentales? (…)
No hay ningún país europeo, con la excepción de Portugal y de España –donde el Partido Popular de Mariano Rajoy logra abarcar todas las posiciones de derecha–, en que la extrema derecha y los partidos xenófobos no haya crecido desde la crisis de 2009 y que a menudo son el punto de inflexión en los parlamentos nacionales. Con elecciones próximas, un cambio de la marea va a pasar por toda Europa. El cedazo será el de la derecha, incluso en países que eran símbolo de tolerancia e inclusión, como los nórdicos y Holanda.
Europa es ahora una simple recopilación de 28 países, cada uno con su propia agenda nacional como prioridad. De forma individual, han recurrido a una serie de medidas ilegales, como la construcción de muros de contención y alambre de púas, sin ningún tipo de coordinación europea. (…)
En 1900, Europa constituía 24% de la población mundial. Al final de este siglo, será de 4%, hecho que por supuesto es acompañado por una disminución de la relevancia europea en el mundo. (…)
La idea de una Europa integrada, con un fuerte componente social, de alguna manera era una idea progresista. Pero el nacionalismo y la xenofobia están regresando, gracias a la visión neoliberal, donde los mercados son los únicos actores de las sociedades, con la imposición de la austeridad y el fin de la solidaridad de los países europeos más ricos.»
Roberto Savio
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