«La Paz, además de una bella ciudad boliviana, es mucho más que una situación de no beligerancia, mucho más que el silencio repentino de las armas.
La Paz es un proceso que empieza con el silencio de las armas, con un pacto suscrito por las partes beligerantes, de obligado cumplimiento,supervisado por observadores independientes, y en ningún caso significa la superación de los motivos o razones del conflicto. Es la decisión suscrita por las partes beligerantes para solucionar de manera pacífica el conflicto.
En el caso colombiano, pretender como el ex presidente Uribe, paladín del No al acuerdo de paz suscrito y firmado en Cartagena de Indias, mediante eufemismos como "paz justa" paz sin impunidad" es, en primer lugar desconocer lo que se firmó y, en segundo lugar, imponer la rendición de una de las partes, las FARC.
No es Uribe el paladín más indicado, salvo que los colombianos olviden que su gobierno dejó la atroz herencia de casi 30 mil desaparecidos -los falsos positivos- y que contribuyó como ninguna de las partes enfrentadas al aumento de los desplazados, el gran drama humanitario al que se debe llegar a una solución pacífica.
La Paz no es un hecho automático, su primer paso es el silencio de las armas y luego viene el largo, paciente, accidentado proceso que lleve a la solución pacífica de las causas del conflicto pero sin vencedores mi vencidos.
El documento, el acuerdo firmado por Santos y Timoschenko es un gran paso que logra lo fundamental: el silencio de las armas. es el reconocimiento de que el conflicto se podría eternizar causando cada vez más víctimas entre los campesinos, los desplazados, y que el conflicto en sí mismo, se convertía en un factor de alejamiento de la la solución del conflicto social que hizo tomar las armas a una parte de la población y lanzarse a la lucha guerrillera.
Ese acuerdo de Paz es una pruebe de inteligencia política del presidente Santos y de las FARC.
Oponerse a ese acuerdo, a ese silencio de las armas, a ese camino que empieza, es simplemente de imbéciles y de oportunistas. Y por desgracia ambos sobran en América Latina.»
Luis Sepúlveda no Facebook
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