«Hoy...
Lo que me queda, Compañero, es el "metal sereno de tu voz" mientras el más hermoso sueño era ametrallado en las calles de Chile y, por última vez nos recordabas nuestro compromiso con el futuro y tu determinación de no rendirte.
Lo que me queda, Compañero, es la memoria, el recuerdo indeleble de mis hermanos que permanecieron contigo o muy cerca de ti combatiendo en La Moneda, los edificios aledaños, los cordones industriales y las barriadas populares.
Lo que me queda, Compañero, sobre el dolor, la bronca, el olor a sangre y pólvora, es el honor de haber estado junto a ti durante el tiempo que integré el GAP, ese "Grupo de Amigos Personales" encargados tu seguridad, y que tan bien supo definir "Eugenio":
”A diferencia de lo que son hoy día los servicios de seguridad, cuyo objetivo es la destrucción, nuestra misión era la de protección de un hombre que encarnaba las esperanzas de un pueblo y que era el único que garantizaba que ese proceso iniciado el 4 de septiembre siguiera adelante. Nuestro único delito fue dejar de pensar en nosotros como individuos, y estar dispuestos a dar la vida por Allende”.
Hoy, lo que me queda, Compañero Presidente, es el orgullo que tal vez ya no importe a nadie, pero que sigue ahí, latiendo, entre la piel y la camisa.»
Luis Sepúlveda no Facebook
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